SINÒPSI:
Había llegado el tiempo de reírse de otra manera”, proclama Manuel Vicent en el frontispicio de esta exposición. Reírse de Franco y de la dictadura sin que fuese carcajada estentórea, sin que los vigilantes de las esencias con título de censores se sintiesen tentados a cortarla, con la inteligencia de quien conoce el complejo y extraordinario idioma de expresar con dibujos lo que las palabras no podían decir. En la primavera de1972, un grupo de intelectuales que además de su oposición a la dictadura compartían mesa y sobremesa en el restaurante Picardías, fecundaban la criatura: El Huevo Duro —dicen que se les ocurrió—, sin duda, con el fin de promover una sana reflexión sobre la virilidad de quien había sido vigía de Occidente y timonel de la nueva España. Como en aquel tiempo, los censores creían que reflexionar era arrodillase ante el Altísimo, no entendieron lo del nombre y el huevo no fructificó. Hubo que pensar en una alternativa para bautizar a la criatura con un nombre que fuese más digerible para aquellos registradores del pensamiento. Chumy Chúmez, ácrata de pensamiento y entusiasta del humor directo, encontró la solución: hacer eclosionar el huevo para que diese vida a un animal aullador, a un Hermano Lobo.